13/3/18

Las historias no contadas sobre las matanzas de los paramilitares en Colombia

"Cuando el narcotraficante Pablo Escobar fue asesinado en 1993, la violencia imperante en Colombia no murió con él. En el libro There Are No Dead Here (Aquí no hay muertos: una historia de asesinato y negación en Colombia), Maria McFarland Sánchez-Moreno, quien trabajó durante muchos años como investigadora de Colombia para Human Rights Watch, escribe sobre la desgarradora violencia perpetrada por los grupos paramilitares que surgieron a finales de la década de los noventa.

Se enfoca en las historias de tres hombres que trataron de resolver esa problemática a pesar de tener todo en su contra: el activista por los derechos humanos Jesús María Valle, quien fue asesinado por sus revelaciones; el fiscal Iván Velásquez, y el periodista Ricardo Calderón. 

El libro trata sobre el peligro que conlleva su labor, los vínculos entre los paramilitares y las élites políticas de Colombia y la influencia de la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) y su guerra contra las drogas. 

McFarland, quien ahora es directora ejecutiva de la Drug Policy Alliance, habla sobre la valentía de las personas que aparecen en su libro, la inspiración que siente por los fotoperiodistas que trabajan en las zonas de conflicto y mucho más.

¿Cuándo surgió la idea de escribir este libro?

Todo comenzó cuando finalicé mi trabajo como investigadora de Colombia para Human Rights Watch. Pasé seis años llevando un registro de las atrocidades y tratando de que el gobierno se ocupara de los problemas. 

Pero estaba frustrada porque todos los documentos que produje no captaban la realidad que llegué a conocer tan bien, las historias de esta gente extraordinaria que, a pesar de las condiciones deplorables, a menudo insistían en pelear por la verdad, por la justicia; insistían en ser increíblemente honestas incluso cuando fácilmente podían haber tomado otra dirección, sobre todo porque fueron muy presionados.

 En Estados Unidos, cualquiera que supiera algo de Colombia había oído hablar de Pablo Escobar y las Farc, pero poca gente sabía de los paramilitares; las historias normalmente retrataban a los héroes como agentes de la DEA o judiciales. Se perdían toda esta otra parte, a esta gente común que hace enormes sacrificios, toma riesgos inmensos y muchas veces es asesinada porque se mantiene fiel a sus principios.

Comencé con la idea de escribir solo un artículo en 2012. Estaba muy centrada en la historia de Iván Velásquez, quien rastreó los vínculos entre miembros del congreso y los escuadrones de la muerte paramilitares. En gran medida trabajó solo y sin mucho apoyo, y enfrentó una campaña de desprestigio impulsada por funcionarios gubernamentales de alto rango y miembros del servicio de inteligencia. 

Cuando hablé con él, me di cuenta de que era parte de una historia mucho mayor. Estaba conectado personalmente con los otros personajes. Comencé un borrador para una propuesta de libro que tardé cuatro años en terminar. Escribir el libro me tomó dos años.

¿Qué aprendió durante el proceso de escritura del libro?

Yo sabía que eran personas valientes, pero cuando empecé a indagar sobre los detalles de sus historias, quedé sorprendida por la cantidad de riesgos que tomaron. Además, cuando hablé con sus familiares, me di cuenta de que ellos también recibieron amenazas y se vieron envueltos en sus actividades, lo que los afectó mucho. 

Aun así, nunca trataron de convencerlos de que dejaran de hacer su labor. De hecho, María Victoria, la esposa de Iván, mantuvo en secreto varias amenazas serias que recibió porque no quería que él dejara su trabajo. Sabía que eso lo podría quebrar porque continuar con su compromiso era una parte muy importante de su identidad.

Con Calderón, no me había dado cuenta del tipo de riesgos que había tomado. Lo conocí como reportero y sabía que él había revelado los escándalos y los esfuerzos para manchar a Velásquez. No me había dado cuenta de lo intrépido que fue porque se comportaba con mucha humildad. Años después supe que fue secuestrado por sus fuentes en el servicio de inteligencia. Pensaban que los iba a traicionar y necesitaban saber si les seguía siendo leal.

Le dieron una droga para decir la verdad y perdió la conciencia toda la noche. Sin embargo, continuó haciendo su trabajo: al día siguiente volvió a reunirse con ellos y recibió sus disculpas.

¿En qué aspectos difiere este libro del que pretendías escribir al principio?

Comencé con la historia del hombre que inició estas investigaciones, pese a ser muy atacado, y después terminó por convencer a todos. 

Luego se convirtió en una narración mucho más sustanciosa cuando incorporé a los otros personajes e indagué más en la historia. Una vez que tuve una visión más amplia y más personajes, pude trazar el modo en que los paramilitares crecieron —lo que eran y cómo lograron tener tanto poder e influencia— y desarrollar todas estas conexiones. Si el libro solo se hubiera tratado sobre una serie de investigaciones, no habría podido mostrar todo eso. (...)"             

(Entrevista a Maria McFarland Sánchez-Moreno, 

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