1/2/18

Vigueses en los campos nazis

"Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi deportó a cientos de miles de personas de diferentes nacionalidades a campos de concentración, destinadas al trabajo esclavo y al exterminio.

 Cerca de 10.000 españoles  —a los que el régimen franquista nunca reconoció como tales ni aceptó su repatriación, fueron confinados con el beneplácito de Franco y la colaboración del gobierno de Pétain, en los campos de la muerte. 180 eran gallegos (78 de A Coruña, 33 de Lugo, 34 de Ourense y 35 de Pontevedra) Trece habían nacido, residido y/o fallecido en la ciudad de Vigo.


Agustín Cameselle Fernández, Domingo Castro Molares, Manuel Fernández Gutiérrez, Antonio Hoya Alonso, Marcelino Mariño Lago, José Novoa Grova, Ricardo Rodríguez Fernández y Francisco Rodríguez Otero fueron prisioneros del campo de Mauthausen.

Marcelino Mariño fue el primer vigués que llegó al campo desde el stalag de Estrasburgo. 

Era natural de Cabral y marino del crucero Libertad, el buque insignia de la Armada Republicana. Su padre, herrero de profesión y militante comunista, fue asesinado en noviembre de 1936 en San Pedro de Ramallosa por un grupo de falangistas. 

 Trasferido a Gusen, destinado al duro trabajo en la cantera de Kastenhof, un año después desempeña el oficio de peluquero en el Block 13 y en agosto de 1944 se convierte en kapo en Gusen II, posición que utiliza para intentar proteger y mejorar las condiciones de vida de sus compañeros.


El 25 de enero de 1941 desde el stalag de Trier y en un convoy de 775 republicanos, llega Antonio Hoya, teniente de las Milicias Gallegas. Asignado al subcampo Vöcklabruck, trabaja en la construcción de carreteras, puentes y canalizaciones de agua. Cerca de trescientos prisioneros españoles fueron utilizados para levantar estas infraestructuras, una parte de ellos bajo el mando del kapo valenciano César Orquín. 

En junio de 1944 es transferido al comando Linz III, en el que estaba ubicada la planta de armamento de la compañía Eisenwerken Oberdonau, destinada a la fabricación de piezas para tanques.


El 27 de enero de 1941 en una expedición de 1.472 republicanos que había partido de Fallingbostel dos días antes, y entre la que se encuentra Francesc Boix, ingresan Agustín Cameselle, antiguo ayudante de aparejador de Jenaro de la Fuente y teniente de la Guardia de Asalto; Domingo Castro, natural de Cabral, desertor del ejército franquista, sargento de las Milicias Gallegas; Ricardo Rodríguez, alías "Meana", futbolista, seleccionado para la Olimpiada Popular de Barcelona, teniente de Infantería de la 14º Compañía de Asalto y Francisco Rodríguez Otero, natural de Lavadores, combatiente de la 11 Brigada Mixta y sargento de Carabineros, que acabaría en Gusen destinado al proyecto Bergkristall, construyendo fábricas subterráneas invulnerables a los bombardeos aliados que producían el caza a reacción Messerschmitt Me 262.


El 26 de abril de 1941, en un convoy de 486 republicanos, es confinado en Mauthausen, procedente del stalag de Altengrabow, José Novoa, marino del guardacostas de la Armada Xauen, miembro de la Agrupación de Gallegos Libertarios. Asignado al comando Ternberg, situado en la localidad austriaca del mismo nombre, sirve de mano de obra esclava en la construcción de una planta hidroeléctrica hasta septiembre de 1944.


El último vigués en llegar al campo de los españoles en mayo de 1941 es el miembro de la Guardia Nacional Republicana Manuel Fernández desde el stalag de Wiebelsheim. Cinco meses después sería transferido a Gusen.


Antonio Ignacio Alves, Manuel Sánchez Jalda, Eudaldo Martínez Méndez, Mercedes Núñez Targa y Arturo González Bastos, fueron detenidos y deportados durante el año 1944 por acciones de resistencia, a los campos de Dachau, Neuengamme, Bergen-Belsen, Ravensbrück y Natzweiler-Struthof.


Antonio Ignacio formaba parte de un grupo de resistentes que actuaba en Le Pin y en el bosque cercano a Castelsarrasin. Buscaba escondite a los españoles perseguidos y se ocupaba de su paso al grupo de maquis dirigido por José Vitini.  Detenido en marzo de 1944 es deportado a Dachau tres meses después en un convoy compuesto por 2.139 hombres.

 Más de la mitad proceden de la prisión central de Eysses y son miembros de la Resistencia que han participado en la insurrección de la cárcel. En el campo es asignado al comando Allach, donde miles de trabajadores forzados son empleados en las fábricas de BMW en las que se gestan motores para aviones comerciales y militares. 


Manuel Sánchez, marinero motorista en la Base Naval de la Graña al inicio de la Guerra de España, trabajaba en Mont Marsan en una empresa gestionada por las autoridades alemanas. Dinamitó una cisterna de combustible de un convoy nazi y fue detenido por la Gestapo en abril de 1944. Deportado un mes más tarde a Neuengamme en un convoy de 2.004 hombres, 194 de ellos españoles, entre los que se encuentra su paisano Eudaldo Martínez. Antes de que la SS comenzara la evacuación del campo a finales de abril de 1945, Manuel fue transferido a Bergen-Belsen.


Eudaldo Martínez, natural de Teis, desertor del ejército franquista, trabajaba para la Organización TODT en Forges de Coly en Le Pizou, Dordogne. El 16 de marzo de 1944 sabotea el transformador y las torres eléctricas de la fábrica, siendo detenido por la sangrienta Brigada Poinsot, infiltrada en la mayoría de las redes de Resistencia.

El 25 de mayo es internado en Neuengamme junto a su paisano Manuel Sánchez y se convierte en trabajador esclavo en el pueblo de Fallersleben (desde 1945 Wolfsburg),  el lugar escogido por Hitler en 1938 para ubicar la planta más grande de Europa destinada a fabricar el "automóvil para el pueblo" (Volkswagen).  


Mercedes Núñez era cocinera en el Estado Mayor de las fuerzas de ocupación nazi en Carcassone. Un error judicial había permitido su salida de la cárcel de Ventas en Madrid y en julio de 1942 cruza los Pirineos hacia Francia bajo la falsa identidad de Francisca Colomer. Forma parte de la 5ª Agrupación de Guerrilleros Españoles del Departamento de l’Aude como enlace. Realiza labores de logística y falsificación de documentos para los guerrilleros con el fotógrafo Agustí Centelles.  

El 25 de mayo de 1944, junto a once compañeros de su agrupación guerrillera es detenida por la Gestapo. Llega al campo de Ravensbrück el 23 de junio de 1944. Un mes después es transferida al subcampo de Leipzig, que por entonces pertenecía administrativamente al campo de Buchenwald. Es asignada al comando Hasag, fábrica propiedad de Hugo Schneider que produce armamento para abastecer al ejército alemán desde 1934.


Arturo González, natural de Beade, residía en Villatange en el verano de 1944. Trabajaba en una granja y colaboraba con los grupos de resistentes de la zona. El 30 de agosto de 1944 ingresa en el campo de concentración de Natzweiler-Struthof y dos meses después en Neuengamme, donde es transferido al subcampo de Meppen-Dalum, en el que los  prisioneros fueron utilizados para construir fortificaciones, paredes antitanque y trincheras con objeto de proteger la zona costera del norte de Alemania desde los Países Bajos a la frontera danesa contra un posible desembarco aliado.

Agustín Cameselle (casado y padre de tres hijas) y Manuel Fernández perecieron en Gusen en noviembre de 1941. Según las autoridades nazis a causa de una pleuritis exudativa el primero y de neumonía cruposa el segundo. Gran parte de los prisioneros españoles murieron en Gusen ese invierno de 1941-1942. La falta de alimento, el agotador trabajo en la cantera, el frio extremo con temperatura de 25 grados bajo cero no hacían fácil la vida y si esto fallaba, los nazis tenían múltiples remedios para deshacerse de los inservibles para el trabajo.


Domingo Castro y Ricardo Rodríguez fueron asesinados en el Castillo de Hartheim, uno de los seis centros de eutanasia del programa Aktion T4 del Tercer Reich, en enero y febrero de 1942 respectivamente. Un total de 449 españoles fueron exterminados en este siniestro castillo, la "escuela de asesinos" como la denominó Simón Wiessenthal, donde se acabó con la vida de miles de seres humanos entre 1941 y 1944.


Arturo González fallece de neumonía en febrero de 1945 en Meppen-Dalum. Los nazis disponían de una larga lista de enfermedades que añadir al certificado de defunción para ocultar las verdaderas causas de la muerte como el hambre, los malos tratos, el agotamiento por el trabajo forzado o el asesinato.


Los ocho vigueses que consiguieron sobrevivir al horror, jamás lograron olvidar la terrible experiencia padecida. No sólo eran supervivientes, eran testigos del asesinato de sus compañeros y de miles de seres humanos, cuyo sufrimiento fue inconmensurable.

Excepto Mercedes Núñez, (la primera persona que confeccionó un listado de los deportados gallegos) fallecida en Vigo en 1986 sin conseguir de las autoridades gallegas y estatales el reconocimiento a los deportados, a pesar de su esfuerzo tenaz en la lucha por la memoria, ninguno de los que sobrevivieron regresó a España. 

 Se desconoce la fecha de la muerte de Marcelino Mariño, Eudaldo Martínez y Manuel Sánchez. José Novoa muere en 1981 en el Hospital Varsovia de Toulousse; Francisco Rodríguez en 1992 en Mulhouse; Antonio Hoya en 1993 en Mimet y Antonio Ignacio en 1996 en Hauts de Seine. 


Trece deportados desconocidos para los ciudadanos de Vigo, Galicia y España. Una pequeña parte de un contingente humano a los que el franquismo enterró en la sombra y a los que debemos recuerdo, reconocimiento y homenaje, porque en esta España tan precaria en memoria, hay que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible. 


Ya lo escribió Eli Wiesel, prisionero de Buchenwald y Auschwitz, Premio Nobel de la Paz en 1986: "La respuesta es la memoria, la única respuesta. Dile a los que quieran saberlo que nuestro dolor es auténtico, nuestra perplejidad infinita y el agravio profundo".                    (María Torres / Faro de Vigo, 28 de enero de 2018)

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