"Anttoni Telleria pasó la mayor parte de su
vida en silencio. Quizás por miedo. Tal vez porque no podía hacer otra
cosa. Escondió, por ejemplo, el verdadero motivo por el que tenía los dedos amputados. “Siempre nos dijo que se había caído de un árbol”, recuerda Gurutze,
su sobrina-nieta.
En realidad, se los habían arrancado de un disparo
cuando puso la mano sobre la cabeza de su padre, justo antes de que le
mataran. También ejecutaron a su madre delante de sus ojos. Luego, los
asesinos la violaron a ella. Podrían haberla matado también a ella, pero
prefirieron condenarla a vivir con esa maldita imagen en la cabeza. Tenía 14 años.
Este lunes, Gurutze se enteró de una noticia tan deseada como inesperada.
La historia de Anttoni y sus “aitas” (padres) será, por fin, tenida en
cuenta por una jueza. No en vano, el caso de los Telleria forma parte de
la investigación ordenada por el Juzgado de Instrucción número 4 de
Bergara, a cargo de Maider Imaz Mendizabal.
La magistrada ha ordenado
abrir diligencias previas a raíz de la querella formulada por el
ayuntamiento de Elgeta, ya que entiende que podría tratarse de un “delito de genocidio y crímenes contra la humanidad”.
“Llega tarde, pero al menos llega”, comentó Gurutze Telleria a Público
algunas horas después de que el ayuntamiento y la asociación Intxorta
1937 dieran a conocer el auto de la jueza Imaz.
“La pena –añade- es que
todo esto no haya ocurrido cuando mi tía abuela estaba viva”. En efecto,
Anttoni murió en 2007, cuando aún no había ni el más mínimo atisbo de
que un tribunal pudiese llegar a interesarse por su terrible historia. (...)
“Mi tía abuela siempre estuvo convencida de que los que mandaron a esos tipos a violarla eran del pueblo”,
relata su sobrina-nieta. De ahí, quizás, los tabús y silencios que
acompañaron a Anttoni durante muchos años, en los que apenas hablaba
sobre su trágica historia. “Para ella era una batalla perdida”, rememora Gurutze. (...)
La historia de su familia forma parte del listado de crímenes cometidos
por los franquistas en Elgeta. “Mi aitite (abuelo) salió al portón de su
caserío y se encontró a cuatro milicianos muy jóvenes. A ellos
los mataron y enterraron debajo de un manzano. A mi abuelo le pegaron un
tiro en la cabeza y lo dejaron allí tirado”, señala.
Su tío, que por
entonces era un niño, se refugió en la cuadra de animales. “El asesinato
de su padre le dejó secuelas para toda la vida”, relató. Como si esto
fuera poco, la tragedia familiar se completó con la desaparición de otro tío abuelo de Osoro. (...)" (Danilo Albin, Público , 11/12/17)
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