14/9/17

La familia de Segundo Mateos Baz (a) “el Pulgu”, fué perseguida porque había trabajado como criado para Fermín Mateos Carballo, el alcalde republicano

"La mayoría de los represaliados de Robleda recordados la semana pasada pertenecían a unos cuantos grupos de parentesco por consanguinidad o por afinidad (“Secuelas”, 03/08/17). Cuando se haya repasado el perfil familiar y social de todas las personas más severamente afectadas se podrá comprobar que estas relaciones de parentesco eran mucho más numerosas. 

También son una constante, más que las afinidades ideológicas, las relaciones laborales entre amos y criados, entre autoridades y empleados municipales, así como experiencias sindicales compartidas en la emigración francesa sobre todo. Ahora bien, la solidaridad social se rompió cuando llegó el momento de la prueba.

 Los represaliados o sus familiares que tenían apoyos en su entorno inmediato sobrevivieron sin dificultades materiales añadidas, quienes no los tenían quedaron en el desamparo extremo. Fue el caso de la familia de Segundo Mateos Baz (a) “el Pulgu”, perseguido porque había trabajado como criado para Fermín Mateos Carballo, el alcalde republicano que a fines de agosto de 1936 andaba huido. 

Segundo fue detenido el 24 de dicho mes y eliminado el mes siguiente en una saca carcelaria, quizá en el término de Sancti-Spíritus, donde apareció cadáver (05/09/36). Su esposa, Rosa Lucas Martín (a) “la Rosa del Sastri”, y sus dos hijas, Josefa e Isabel Mateos Lucas, la primera con discapacitada mental, quedaron pobres de solemnidad.

 Expuestas a los previsibles abusos, malvivieron prestando servicios domésticos, sobre todo como incansables aguadoras para los guardias civiles, notables locales y dueños de establecimientos, a pesar de que Rosa tenía más instrucción que muchas personas a quienes servía y era excelente calígrafa (le escribía las cartas a Mª Antonia Ovejero).  (...)

José Prieto y Eduardo Gutiérrez fueron las últimas víctimas robledanas de la represión sangrienta, contrariamente a lo que han afirmado los testimonios que generalmente asignaban esta circunstancia al alcalde republicano Fermín Mateos Carballo, asesinado el 6 de septiembre de 1936. Según las conjeturas familiares, el asesinato de José Prieto y Eduardo Gutiérrez habría tenido lugar el 28 de septiembre de aquel año.

Además de los mencionados vecinos habituales de Robleda, en su término fueron asesinados algunos residentes eventuales y forasteros llevados a su término para la ejecución extrajudicial: José Manuel Sánchez, natural de Boada y asentado en Fuenteguinaldo, que tal vez estuviera allí escondido en casa de un hermano y al ser muerto dejaba una huérfana (Manuela); el peñapardino Félix Hueso Pascual, padre de cuatro huérfanos (“Secuelas”, 04/05/17 y 27/07/17) y varios desconocidos extremeños, sobre los cuales, así como sobre sus familiares, no se tienen datos suficientes. 

En Robleda habrían ejecutado clandestinamente sus verdugos a Ignacio Sierra Borrego, aunque existen dudas sobre su destino fatal y enterramiento. Era vecino de Ciudad Rodrigo, trabajaba de albañil en Navasfrías y su cadáver habría aparecido cerca de la localidad de Robleda. 

Estaba casado con María Encarnación Sánchez Pérez, de cuyo matrimonio dejaba tres hijos, llamados Ignacio, Bienvenido y Julia (póstuma). Esta última debió de permanecer en Ciudad Rodrigo, de sus hermanos no se tienen noticias.

Un caso aparte, impregnado de ironía trágica, es el de Amable González Andrés. Este maestro, natural de Reguero (León), estaba casado con Isabel Villoria Esteban en Robleda, donde pasaba las vacaciones de aquel verano en espera de un feliz acontecimiento, pues la esposa estaba encinta. 
A pesar de las advertencias de sus cuñados, decidió presentarse en Écija, para la apertura de curso. Fue asesinado a la vera del cementerio local el día 1º de septiembre. Dejaba dos huérfanas: Concepción y Bernarda González Villoria, que portaban los nombres de las abuelas materna y paterna, respectivamente. 
El hijo póstumo (Amable Cecilio) falleció a los ocho días de su nacimiento. La viuda rumiaría su tristeza hasta la muerte. La familia política ocultó a las hijas de Amable su ejecución extrajudicial (“si os preguntan de qué murió vuestro padre decís que de pulmonía”). 
No tuvieron relación alguna con la familia de Reguero, cuyo ayuntamiento tampoco ha mostrado interés alguno por cultivar la memoria de dicho maestro. Concepción y Bernarda sólo de adultas se han enterado del motivo real de su orfandad. Salieron de Robleda para sus estudios y han viajado, sin desarraigarse de lugar de nacimiento.  (...)"                    (Ángel Iglesias Ovejero, Salamanca al día, 10/08/17)

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