"Casimiro
Malo Satué lo fue a buscar la Guardia Civil a casa cuando languidecía
el verano de 1938 y el país llevaba dos años en llamas por la guerra.
Era labrador, tenía 41 años y sus delitos fueron la “rebelión militar” y
ser miembro del Comité Republicano de Alcalá del Obispo.
Tras dos meses
en la cárcel de Huesca, un consejo de guerra le sentenció a muerte. Le
fusilaron junto a la tapia del cementerio de la carretera de Zaragoza el
25 de noviembre de 1938. Dejó tres huérfanos.(...)
Casimiro
Malo formó parte de una saca de presos junto a otros agricultores de
Alcalá del Obispo. “Mi padre tiene 80 años”, recuerda Alberto, “y tres
meses cuando se llevaron a Casimiro. Siempre le llenaba de tristeza que
le preguntasen por él y recordarle el tema era provocar que terminase
llorando.
Plantearle la posibilidad de poder encontrar sus huesos y
darle una sepultura digna, un sitio donde su hijo pueda llevarle unas
flores y recordarle, ha levantado en casa un ánimo excepcional”.
Su
familia fue “despreciada por el lado nacional que quedaba en el pueblo.
Incluso recuerdo oír a mi padre decir que en el colegio hasta el
maestro le llamaba ‘el hijo del rojillo’. En la familia siempre se ha
intentado hablar un poquito bajo, de paso, por cierto temor, por no
querer remover la historia y por miedo”.
Nadie se da por vencido, y
tanto los familiares como el Círculo Republicano seguirán pendientes de
nuevos indicios, testimonios y documentos que ayuden a esclarecer el
paradero de Casimiro." (Business Monkey News, 26/07/17)
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