8/9/17

Ana Castejón pasó un calvario como botín de guerra en el cuartel de la Falange, la raparon, la obligaron a ingerir medio litro de ricino, la pasearon por las calles bajo los gritos de los vecinos, el párroco la exorcizó...

"(...) Los asesinatos de mujeres comenzaron en el verano del 36 bajo la cobertura de los bandos de guerra, sus muertes cumplían el papel de aviso y castigo: María Silva, “La Libertaria”, referente de Casas Viejas, compañera del anarcosindicalista Miguel Pérez Cordón, posteriormente también asesinado.

 Igualmente Catalina Sevillano, compañera del militante obrero Francisco Vega, también asesinado. María Arias “La Cuina”, casada con Francisco Rodríguez, detenida, humillada, vejada, rapada, asesinada en la laguna de La Janda. Antonia Moreno, “La Florera”, también asesinada, estaba casada con José Barroso, hermano de Miguel “Lagares”, otro destacado cenetista, asesinado.

Los sublevados realizaron acciones expeluznantes, Victoria Macías fue fusilada embarazada y su cadáver violado. Ana Castejón pasó un calvario como botín de guerra, en el cuartel de la Falange la raparon salvo dos moñitos con cintas con colores monárquico y falangista, la obligaron a ingerir medio litro de ricino, la pasearon por las calles bajo los gritos de los vecinos, el párroco la exorcizó, vuelta a encerrar, consejo de guerra, condenada a prisión. 

Ana Ramírez, mujer de José Vega de la CNT, padres de varios hijos, también fueron asesinados en la Laguna de Medina junto a otros vecinos

Una vez madres y padres eliminados, huidos, desaparecidos, los hijos padecieron las consecuencias, fueron capturados, bautizados, cambiados sus nombres, “normalizados”. (...)"            (Documentalista memorialista y republicano, 29/07/17)

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